La transición hacia las energías renovables ya no es solo una promesa del futuro: es una realidad que está transformando el presente. En un momento crítico para el planeta, donde los efectos del cambio climático plantean desafíos urgentes, estas fuentes de energía no solo ofrecen una alternativa limpia, sino que también están demostrando ser cada vez más accesibles y económicas.
Por eso cabe preguntarse a la hora de invertir en una de ellas, ¿cuál es la más barata? La energía que utilizamos a diario proviene de diversas fuentes que pueden dividirse en dos grandes categorías: renovables y no renovables.
Las fuentes renovables, también conocidas como energías verdes, se extraen de recursos naturales que se regeneran de manera más rápida que su consumo, lo que las hace inagotables en términos prácticos. Además, estas energías son menos perjudiciales para el medio ambiente, contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y representan una solución económica a largo plazo.
Entre las principales fuentes de energía renovable se encuentran:
• Energía solar: aprovecha la radiación del sol para generar electricidad o calor.
• Energía eólica: utiliza el viento para producir energía mediante turbinas.
• Energía hidroeléctrica: transforma la fuerza del agua en movimiento en electricidad.
• Energía geotérmica: extrae calor del interior de la Tierra para generar energía o calefacción.
• Biomasa y biogás: emplean materia orgánica para producir electricidad, calor o combustibles.
Por otro lado, las fuentes no renovables, como el carbón, el petróleo, el gas natural y la energía nuclear, provienen de recursos finitos que no pueden regenerarse a escala humana. Además de su limitada disponibilidad, generan un impacto ambiental significativo, lo que hace urgente su reemplazo por alternativas sostenibles.
La energía solar: la fuente renovable más económica
En 2017, la energía solar pasó a ser la alternativa más económica en más de 50 países, estableciendo un hito en el sector energético. En la actualidad, la energía solar fotovoltaica se ha consolidado como la fuente de energía más barata a nivel global.
El precio de la electricidad generada con energía solar ha bajado un 90% en 13 años (entre 2010 y 2023), un 70% en el caso de la eólica costera y 60% en la eólica de altamar, debido a la mejora de la eficiencia, la reducción de los costos y la mayor escala de producción. En tanto que la forma energética de concentración solar (CSP) se redujo un 70%.
Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), el costo medio global de la electricidad proveniente de proyectos solares se redujo un 12 % en 2023, convirtiéndola en una opción más asequible que muchas fuentes basadas en combustibles fósiles. En comparación, la energía eólica de alta mar bajó un 7%, mientras que la eólica costera solo un 3%. En cuanto a la energía proveniente por concentración solar se redujo un 4% y la hidroeléctrica un 7%. En cambio, las geotermales incrementaron sus costos en un 23% y las de bioenergía un 14%.
“Esta caída de los precios hace que las energías renovables sean más atractivas en cualquier lugar, incluso en los países con rentas medias o bajas, de donde procederá principalmente la demanda adicional de esta nueva electricidad. Con unos costos a la baja, existe una oportunidad real de que, en los próximos años, la mayor parte del suministro energético provenga de fuentes con bajas emisiones de carbono”, destaca el informe de Irena.
Y completa: “En 2030, la electricidad más económica con su origen en fuentes renovables podría aportar el 65 % de todo el suministro de energía eléctrica a escala mundial. Y para el año 2050, podría llegarse a descarbonizar el 90 % del sector energético, lo que supondría un recorte masivo de las emisiones de carbono y ayudaría a mitigar los efectos del cambio climático”.
El avance alcanzado hasta ahora ha sido posible gracias a innovaciones tecnológicas, economías de escala y una creciente competencia en el mercado. Además, la energía solar no solo es una alternativa limpia, sino que también está superando a las opciones más económicas de las fuentes tradicionales, marcando un punto de inflexión en el sector energético.
Energías renovables: beneficios económicos y ambientales
La adopción de energías renovables no solo responde a la necesidad de proteger el medio ambiente, sino que también ofrece importantes ventajas económicas. Estas fuentes, especialmente la solar y la eólica, presentan costos de producción bajos y, a largo plazo, permiten reducir la dependencia de recursos finitos y costosos como el petróleo o el gas natural.
La realidad nos muestra que el precio de las energías renovables cae cada año, ya que el abaratamiento de costos conlleva a que el consumo de energías como la fotovoltaica se dispare. Además, pese al bajo precio, satisfacen las crecientes demandas de energía, siendo una razón más para acelerar el proceso de descarbonización y alcanzar el objetivo de Naciones Unidas de reducir un 20% las emisiones de CO2 para 2030. El otro gran objetivo propuesto es que el 90 % de la electricidad mundial debe tener su origen en las energías renovables para el año 2050.
Otra ventaja de las energías verdes es que el desarrollo de infraestructuras renovables genera empleos, fomenta la innovación tecnológica y disminuye los gastos asociados a los impactos del cambio climático.
En términos ambientales, las energías renovables contribuyen a la disminución de emisiones contaminantes, mejoran la calidad del aire y ayudan a conservar los ecosistemas. Por eso, los expertos de Naciones Unidas, estiman que se deben seguir estas tres simples pautas:
• Los nuevos proyectos de generación de electricidad deberían usar energía solar, eólica, geotérmica o hidráulica. En otras palabras, expandir la generación con carbón, petróleo o gas no es necesario.
• Los gobiernos pueden organizar el cierre progresivo de las centrales eléctricas de carbón, petróleo y gas existentes, negociando con los propietarios, los trabajadores y las comunidades que dependen de ellas y garantizar una transición justa.
• Los autos, las cocinas, las calefacciones y otros aparatos que hoy usan combustibles fósiles pueden ser sustituidos por alternativas eléctricas más eficientes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 99 % de la población mundial respira un aire que no cumple con los estándares de calidad recomendados, lo que representa un grave riesgo para la salud. Además, cada año más de 13 millones de muertes en todo el mundo son atribuibles a entornos ambientales evitables, como la contaminación del aire.
Las emisiones dañinas de partículas finas y dióxido de nitrógeno provienen principalmente de la quema de combustibles fósiles. En 2018, esta contaminación generada por los carburantes fósiles provocó un impacto económico y sanitario estimado en 2,9 billones de dólares, equivalentes a cerca de 8000 millones de dólares diarios.
La transición hacia fuentes de energía renovables, como la solar y la eólica, no solo contribuye a combatir el cambio climático, sino que también desempeña un papel crucial en la reducción de la contaminación del aire, favoreciendo significativamente la salud pública.