Nuestra estrella que nos brinda luz y calor, el Sol, está atravesando en la actualidad un período de máxima actividad, lo que hace que sus tormentas geomagnéticas sean más grandes y lleguen con más intensidad a la Tierra.
Además de las llamaradas solares captadas por naves espaciales o telescopios terrestres, nos damos cuenta de esta elevada actividad solar por las intensas auroras polares (australes y boreales) que se manifiestan en nuestro planeta, tal como las que se observaron a mediados de mayo en distintas ciudades del mundo.
Así, las tormentas eléctricas o geomagnéticas son fenómenos que tienen su origen en el Sol por aumentos de las emisiones radioactivas (gases y plasma). Se sabe que estos fenómenos que incrementan las ondas de choque del viento solar y golpean la magnetósfera terrestre, pueden afectar a satélites y equipos de telecomunicación. ¿Pero qué efecto tienen en los paneles fotovoltaicos de una instalación energética solar?
En sí, las tormentas geomagnéticas tienen tres fases. Una primera en la que la luz ultravioleta y los rayos X ionizan la capa superior de la atmósfera y que pueden producir interferencias en las comunicaciones por radio. Una segunda en la que se desata una tormenta de radiación, que puede ser peligrosa para cualquier ser vivo del espacio. Y una tercera en la que se genera una nube de partículas cargadas que provoca fluctuaciones electromagnéticas al chocar contra la magnetosfera, dañando los dispositivos electrónicos.
Pese a la gran intensidad que puede tener una tormenta solar, la ciencia puede afirmar que esta eyección de masa radiactiva y plasma del Sol no afecta a los paneles solares.
Además, hay que tener en cuenta que los sistemas fotovoltaicos están dotados de una tecnología muy sencilla. En la transformación de la energía solar en energía eléctrica no hay procesos afectados por la radiación magnética del ambiente.
Todo este proceso no es más que una reacción física en la que las celdas fotosensibles activan neutrones e iones, dando lugar a cargas negativas y positivas. Dichas cargas viajan a través de una red de cables hasta llegar a un inversor de corriente y un acumulador. Y de ahí va hasta nuestras viviendas o hacia la red pública, de modo que no existen riesgos de alteraciones en las ondas magnéticas. Pero además, las superficies de los paneles solares están preparadas para resistir los aumentos de radiación solar sin ningún problema.
El único riesgo al que estarían expuestos nuestros paneles solares con una tormenta solar de grado G4 o G5 sería que se produjera una desconexión en el caso de que la red eléctrica dejara de funcionar y se tuviera la instalación conectada a ella. No obstante, se reactivarían cuando la red volviera a estar funcionando. Con lo cual, las placas solares estarían a salvo si se produjera una tormenta geomagnética de grandes dimensiones.
Por lo tanto, no hay ninguna evidencia concluyente de que pueda haber una perturbación solar lo suficientemente importante como para afectar a las placas solares.
Los paneles solares trabajan al convertir la luz solar en electricidad utilizable a través del efecto fotovoltaico. Estos equipos están compuestos por múltiples células solares interconectadas que aprovechan la energía del sol. Estos paneles están diseñados para resistir diversas condiciones climáticas, aunque pueden enfrentar desafíos durante tormentas terrestres intensas.
Los instaladores afirman que es muy poco probable que las tormentas eléctricas puedan dañar una instalación de placas solares, ya que los sistemas fotovoltaicos están conectados a toma tierra, de manera que si cayera un rayo se derivaría a tierra para guiar la sobretensión de energía. Igualmente, siempre es recomendable que ante una tormenta muy intensa se desconecten los consumidores de la corriente eléctrica de la casa. Por precaución, ya que si entra un rayo por el cableado eléctrico podría estropear el inversor y otros componentes fotovoltaicos.
Las tormentas eléctricas son sencillamente un fenómeno meteorológico provocado por la inestabilidad atmosférica. Esta inestabilidad puede darse en forma de lluvia, viento, nieve, granizo, rayos y truenos.
Generalmente, las tormentas eléctricas se originan cuando una masa de aire cálido colisiona con otra fría. Esto provoca la formación de nubes altas llamadas cumulonimbus, que son las que traen lluvia y rayos.
Pero los sistemas de placas solares resisten perfectamente cualquier tipo de fenómeno meteorológico, ya que están concebidos para ubicarse en la intemperie. Su tecnología está pensada para adaptarse a cualquier tipo de condiciones climáticas del exterior. Con todo esto, las placas solares están diseñadas para tener un ciclo de vida de hasta 25 años frente a las distintas condiciones climáticas.
-Rayos y truenos: Aunque es poco probable que suceda, si un rayo cae en tu sistema de placas solares no ocurriría nada. Para que no haya un sobrevoltaje, las instalaciones fotovoltaicas se conectan a toma tierra para dirigir una posible actividad eléctrica a tierra.
-Lluvia: Los módulos fotovoltaicos están diseñados para soportar el agua, además, la lluvia tiene ventajas sobre los paneles, ya que ayuda a limpiarlos de suciedad.
-Granizo: El granizo tampoco es un problema para nuestro sistema, ya que los módulos solares son capaces de aguantar granizo a velocidades de 80 km/h.
-Viento: Los paneles solares pueden resistir ráfagas de aire de hasta 230 km/h, por lo que no tendrás que preocuparte de esto tampoco.
El factor clave para minimizar el daño de los impactos de los paneles solares ante una tormenta radica en una correcta instalación. Además, consultar con un profesional certificado durante la instalación puede ayudar a mitigar cualquier riesgo potencial.
