La Argentina atraviesa una etapa decisiva para el desarrollo de su industria del litio. El país posee una porción extraordinaria de los recursos globales, un crecimiento acelerado en su capacidad instalada y una proyección de expansión que entusiasma a funcionarios, empresas y especialistas.
Sin embargo, los obstáculos estructurales que todavía persisten condicionan este salto y obligan a un replanteo profundo sobre el modo en que la Argentina atrae capital, regula el sector y administra un recurso crítico para la transición energética mundial.
El nuevo mapa del litio argentino surge de dos realidades que se cruzan. Por un lado, la visión optimista de sectores de la industria y el Gobierno sobre el potencial productivo del país. Por el otro, el diagnóstico técnico de investigadores y centros económicos que advierten sobre debilidades regulatorias, vacíos normativos y señales contradictorias que complican la llegada de inversiones constructivas y de largo plazo.
La combinación de ambas miradas permite reconstruir la ruta posible para un sector estratégico que promete multiplicar exportaciones, posicionar a la Argentina en el podio global y redefinir su rol en el Triángulo del Litio. La evaluación pública y privada presentada en el Seminario de Litio en Sudamérica, realizado en Catamarca, dejó un mensaje claro: el país muestra un crecimiento extraordinario en su capacidad productiva y puede acelerar todavía más ese ritmo durante los próximos años.
Allí, el secretario de Minería, Luis Lucero, manifestó ante los más de mil asistentes: “El crecimiento logrado en los últimos 10 años es excepcional”. A su vez, el funcionario recordó que la capacidad instalada pasó de 35.500 toneladas anuales de carbonato de litio equivalente (LCE) a 186.000 toneladas. La industria completó, en ese período, siete plantas en funcionamiento y ese avance explicó un incremento del 420%.
La próxima década podría amplificar ese salto, con una proyección total de 15 plantas en operación y una capacidad acumulada de 658.000 toneladas anuales de LCE, lo que equivaldría a un crecimiento adicional del 254%.
El escenario actual entusiasma a un sector que identifica una oportunidad global concreta. La demanda mundial de LCE alcanzó 920.000 toneladas en 2023 y subió a 1,27 millones en 2024. Para este año la estimación asciende a 1,34 millones. Las proyecciones de firmas como S&P y Benchmark Mineral Intelligence anticipan un salto extraordinario para 2035, con un nivel proyectado que oscila entre 3,3 y 3,8 millones de toneladas LCE. Ese volumen triplica la demanda de 2024 y permite imaginar un espacio de crecimiento enorme para la Argentina.

Un quinto puesto con vistas a primero
La comparación internacional ilustra la dimensión del desafío. Australia produce el 37% del litio global y Chile alcanza el 23%. La Argentina ocupa hoy el quinto puesto, pero los cálculos coinciden en que la expansión prevista permitiría integrar el podio junto con los dos gigantes del sector. Incluso surge un dato aún más provocador: si el país inaugura las ocho plantas previstas, sumadas a las siete que ya funcionan, podría transformarse en el mayor productor de litio para la transición energética mundial.
La potencia geológica argentina sostiene ese razonamiento. El Servicio Geológico de Estados Unidos informó que los recursos medidos e indicados globales suman 115 millones de toneladas y la Argentina encabeza ese ranking con poco más de 23 millones. Supera a Bolivia, Chile, Australia y China. En términos de recursos disponibles, el país se ubica en la primera línea del mercado internacional.
Esa riqueza ya genera resultados. Entre enero y agosto de 2025, las exportaciones nacionales de litio acumularon 494 millones de dólares, con un crecimiento interanual del 31,8% en valor y del 55,5% en volumen. El litio se consolidó como el segundo mineral más exportado del país. En septiembre, las ventas alcanzaron 89 millones de dólares, con un salto interanual del 65,1% y un récord histórico para ese mes.
La lista de operadores incluye a Ganfeng Lithium y Zijin (China), Rio Tinto (Reino Unido), Posco (Corea del Sur), Lithium Argentina con sede en Suiza y Eramet (Francia). China absorbe el 73% de las exportaciones. Estados Unidos se coloca muy atrás con el 11%. Corea del Sur y Alemania importan cada uno el 5%. El resto se distribuye en mercados diversos.
La expansión productiva, sin embargo, exige inversiones mucho mayores. En los últimos 10 años, las compañías destinaron 7613 millones de dólares a sus proyectos de litio en la Argentina. Para activar 17 de los 30 proyectos registrados se requieren 12.810 millones adicionales. El potencial existe, pero el país necesita condiciones más claras para captar esos fondos.
Factores que obstaculizan el desarrollo
El estudio Litio en Argentina: Cómo atraer buenas inversiones para un mejor futuro, elaborado por Fundación Libertad, Invecq y CIPE, aporta una mirada estructural que explica por qué la Argentina no logra trasladar su enorme dotación de recursos a una producción equivalente. Allí se detalla que el país posee el 21% de las reservas globales pero solo produce el 5,2%. La diferencia revela una serie de factores que obstaculizan el desarrollo del sector.
El informe subraya que la principal limitación surge de la ausencia de una ley específica de litio. La actividad se regula a través del Código de Minería y la Ley de Inversiones Mineras, normas generales que no contemplan las particularidades técnicas, ambientales, económicas y territoriales del recurso. Ese vacío crea incertidumbre y desalienta inversiones de calidad. La fragmentación normativa agrava el escenario, porque cada provincia establece reglas, requisitos y procesos distintos, lo que dificulta el diseño de proyectos integrados y predecibles.
El relevamiento, basado en entrevistas en Catamarca, Salta y Jujuy, muestra también la existencia de controles insuficientes, demoras administrativas e interpretaciones cambiantes que afectan la seguridad jurídica. A eso se suma el régimen de precios de transferencia. En 2024 fijó un valor de referencia de 11,35 dólares por kilo, muy por debajo de los 53 dólares registrados en 2022. El estudio afirma que esa brecha incentiva la subfacturación y evasión fiscal, como se vio en el caso de Livent.
El análisis plantea un punto central para la próxima década: la necesidad de promover inversiones constructivas frente a las corrosivas. Las primeras se enfocan en estándares ambientales estrictos, beneficios locales sostenidos, transparencia y encadenamientos productivos reales. Las segundas priorizan ventajas de corto plazo y dejan impactos sociales y económicos débiles o inestables. El informe concluye que la Argentina necesita un marco claro que motive la llegada de capital que acompañe el crecimiento del país y no solo la extracción de un recurso valioso.
La dinámica regional agrega otro elemento clave. El Triángulo del Litio reúne entre el 56% y el 68% de los recursos globales. Bolivia posee el 22%, la Argentina el 21% y Chile el 10,5%. Sin embargo, en producción, Australia domina casi la mitad del mercado, Chile alcanza el 24% y China llega al 17%. La Argentina cuenta con medio centenar de iniciativas en desarrollo, pero apenas cuatro proyectos se encuentran en etapa de comercialización y cinco avanzan en construcción. La distancia entre recursos y producción requiere un rediseño institucional profundo.
El desafío argentino consiste en combinar su potencia geológica con un ambiente regulatorio moderno y una visión productiva de largo plazo. El país necesita reglas estables, mecanismos de control sólidos, incentivos adecuados y una política pública que priorice inversiones constructivas y encadenamientos industriales. El litio puede transformarse en un motor de crecimiento sostenido, pero solo si el marco institucional acompaña ese salto.
La Argentina se encuentra ante una oportunidad única. El mundo exige litio en volúmenes que se multiplican y la transición energética empuja una demanda que se mantendrá durante décadas. El país posee los recursos, la experiencia adquirida y una capacidad productiva en expansión. También enfrenta vacíos, tensiones y decisiones urgentes. El resultado dependerá de cómo se defina la nueva ruta del litio argentino. Una ruta que ya empezó, pero que necesita dirección, claridad y ambición para consolidarse.
Estudio de litio: https://www.cipe.org/resources/lithium-in-argentina-how-to-attract-good-investments-for-a-better-future/