En un sentido técnico, se define como la capacidad de un sistema para realizar trabajo, lo que implica la capacidad de causar un cambio o una transformación en su entorno. Esta capacidad se manifiesta en una variedad de formas, cada una con sus propias características y aplicaciones.
La energía cinética, por ejemplo, está asociada al movimiento de los cuerpos, mientras que la energía potencial se relaciona con la posición o el estado de un objeto en un campo de fuerza. La energía térmica, por otro lado, está vinculada al calor y es fundamental en procesos como la transferencia de calor y la termodinámica. Además, la energía electromagnética, que incluye formas de energía como la luz y la electricidad, juega un papel crucial en la comunicación, la tecnología y la exploración del cosmos.
La conservación de la energía, según el principio fundamental de la física, establece que la cantidad total de energía en un sistema aislado permanece constante con el tiempo, aunque pueda transformarse de una forma a otra. Esta ley, junto con otras leyes y principios relacionados, forma la base de la física moderna y proporciona un marco conceptual fundamental para comprender el funcionamiento del universo en todas sus escalas, desde lo subatómico hasta lo cósmico.
En resumen, la energía es un concepto intrínsecamente ligado a la estructura y el funcionamiento del cosmos, y su comprensión es esencial en campos tan diversos como la física, la química, la biología, la ingeniería y más allá.