Generación distribuida: beneficios y oportunidades de la energía fotovoltaica

Cada vez más industrias, pymes y particulares se suman a la tendencia de producir su propia energía mediante sistemas fotovoltaicos. Ahorro, sustentabilidad y la posibilidad de inyectar el excedente a la red y generar ingresos: las claves del modelo energético en auge
COMPARTIR

El mapa energético argentino comienza a mostrar señales claras de transformación. Cada vez más usuarios residenciales, empresas y cooperativas se suman al régimen de generación distribuida, un esquema que permite producir energía eléctrica a pequeña escala mediante fuentes renovables, principalmente solar, y conectarse a la red para autoconsumo e inyección de excedentes. 

Impulsado por la Ley 27.424, este modelo avanza con fuerza en distintas provincias y promete convertirse en un pilar de la transición energética nacional. A medida que más particulares y empresas se interesan por sumarse a la generación distribuida, también crecen las preguntas: ¿Cómo ingresar a este sistema? ¿Qué aspectos técnicos y económicos deben evaluarse? ¿Cuándo resulta conveniente invertir?

Cada vez es más necesario aclarar los pasos, parámetros y proyecciones que permiten aprovechar al máximo las oportunidades de este nuevo esquema energético. Para ello, Portal Solar dialogó con expertos en la materia que dieron detalles de todo lo que un usuario de generación distribuida debe conocer en este momento, cuando el país alcanzó una potencia total de 97.652 kilovatios (kW) instalados bajo este régimen, con 3306 usuarios-generadores conectados a la red en todo el territorio, según la Secretaría de Energía.

La cifra representa un incremento del 67,3% en la potencia instalada durante los primeros nueve meses del año, con 39.297 kW añadidos al sistema. Se trata de un salto significativo que demuestra la consolidación de este nuevo paradigma energético basado en la descentralización, la eficiencia y la sustentabilidad.

Qué es y cómo funciona

Primero conviene explicar que la generación distribuida (GD) consiste en producir electricidad cerca de los puntos de consumo, como viviendas, edificios, industrias o pequeñas empresas, utilizando tecnologías limpias que aprovechan fuentes naturales como el sol o el viento. Esta energía se destina principalmente al autoconsumo, aunque los excedentes pueden inyectarse en la red eléctrica, lo que permite reducir la dependencia del sistema tradicional y generar un ahorro económico.

En Argentina, el marco legal que regula esta práctica fue establecido por la Ley 27.424, sancionada en 2017 y reglamentada un año después. La norma fija las políticas, las condiciones jurídicas y los incentivos para que los usuarios se conviertan en generadores de energía renovable. Uno de los objetivos centrales de esta ley es alcanzar 1000 megavatios (MW) de capacidad instalada para 2030, una meta ambiciosa que requerirá acelerar el ritmo actual de crecimiento.

El esquema funciona mediante medidores bidireccionales, que registran tanto la energía consumida como la que se inyecta a la red. De esta manera, los usuarios pueden descontar del total de su factura la energía que generaron y no utilizaron. La instalación de estos equipos está a cargo de un instalador calificado autorizado, y las provincias deben adherir a la ley nacional para que los usuarios puedan tramitar su conexión formal al sistema interconectado.

El marco legal contempla beneficios fiscales para los generadores. Quienes cuentan con el Certificado de usuario-generador pueden acceder a la exención del pago del IVA y del Impuesto a las Ganancias por la energía inyectada a la red, siempre que su contrato con el distribuidor no supere los 300 kW. Estos incentivos apuntan a fomentar la inversión privada y a consolidar una red energética más diversa y resiliente.

Adrien Sergent, experto en el sector energético con una doble formación como ingeniero eléctrico y politólogo especializado en políticas públicas energéticas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), explica a Portal Solar que si bien hay una ley nacional, cada provincia tiene su régimen, ya sea con su adhesión a esta normativa o bien porque tiene una propia. 

La principal razón económica para invertir en una instalación solar en el hogar es reducir el costo de la factura eléctrica. Antes de hacerlo, conviene realizar un análisis detallado que contemple el gasto inicial y el tiempo estimado para recuperar la inversión.

El ahorro dependerá, entre otros factores, del nivel de consumo y del costo de la electricidad en la localidad donde se resida. Si bien el precio mayorista de la energía es uniforme en todo el país, los impuestos municipales y los cargos aplicados por las distribuidoras locales determinan el valor final de la tarifa.

“Por eso existe una gran dispersión tarifaria a nivel nacional –explica Sergen, asesor de la Fundación Meridiano–. En provincias como Córdoba, donde la electricidad es particularmente cara, la generación distribuida está creciendo con fuerza”.

El ingeniero industrial, consultor y empresario Ariel Mesch es uno de los referentes nacionales en energía solar. En diálogo con Portal Solar, explica que el principal requisito para instalar un sistema fotovoltaico es contar con un techo propio y acceso directo al sol para colocar los paneles. 

“Eso deja afuera a quienes viven en edificios o en viviendas alquiladas y no disponen del techo por varios años –precisa Mesch–. Este tipo de sistemas está pensado principalmente para quienes habitan en casas o en los últimos pisos de edificios y pueden conectarse al sistema eléctrico de su vivienda”.

Según el especialista, lo ideal es disponer de 25 a 30 metros cuadrados de superficie libre de sombras, aunque con un mínimo de 10 metros cuadrados ya es posible realizar una instalación básica. “No debe haber árboles, antenas ni estructuras que proyecten sombra sobre los paneles”, agrega.

El especialista anticipa que una instalación básica parte de unos 2.000 a 2.500 dólares, más IVA y costos de colocación.

“Es fundamental asesorarse bien sobre los equipos a instalar y conocer la legislación vigente en la provincia donde se realizará el proyecto —advierte Mesch—. Los equipos deben estar homologados y contar con una tensión adecuada para la conexión domiciliaria. Por eso siempre recomendamos acudir a profesionales del sector. Las compras por plataformas online pueden parecer atractivas, pero dejan al usuario expuesto a resolver por su cuenta si el sistema cumple con los requisitos técnicos y legales”.

A la hora de dimensionar el sistema, agrega, un especialista puede orientar al cliente sobre la solución más conveniente según las características del techo, el nivel de consumo, la normativa local y el presupuesto disponible.

Mesch aclara la necesidad de definir si se quiere un sistema que pueda o no vender energía a la red, o sea, dentro de la conexión on grid. Y si tendrá o no baterías para tener autonomía en caso de corte de suministro, con las dimensiones de cada uno de los componentes.

“El beneficio individual en los sistemas on grid es que hay un retorno económico de la inversión que uno hace –detalla–. Y a partir del esquema de tarifas actual y de los precios actuales, los equipos tienen un periodo de repago más que interesante. En algunos casos llegamos a encontrar periodos de repago de tres años y lo más común es tener repagos de cuatro a cinco o seis años, entendiendo que son sistemas que tienen vidas útiles en el orden de los treinta años y que, por los próximos quince años serán tecnologías interesantes”. 

Mesch completa: “Entonces, si uno piensa el sistema para los próximos 15 años y el sistema se repaga en cuatro o cinco, hay una ganancia neta donde uno está comprando una cantidad de energía anual, por los próximos 15 años. Esa es la forma de pensarlo”.

En ese sentido, Sergent hace el cálculo del gasto/consumo/generación que él tendría en su domicilio en Ciudad de Buenos Aires. “Me da un tiempo de retorno de la inversión de 11 años. Pero en Córdoba una misma persona puede ser que recupere lo invertido en cuatro”.

Sergent indica que hay incertidumbre de cómo van a evolucionar las tarifas a futuro. “Si se congelan las tarifas, no va a convenir invertir en paneles y equipos solares. La incertidumbre política, económica y energética en el país es algo clave a considerar”. Además, sostiene que la ley daba incentivos fiscales en 2018, con un fondo fiduciario que recolectaba fondos y luego los distribuía. “Pero el gobierno de Milei sacó ese incentivo. Por eso hoy hay menos incentivo económico para volcarse a la generación distribuida”, afirma.

Beneficios colectivos

Una persona puede asociarse en forma comunitaria para instalar paneles solares. Eso la ley lo permite. 

“Si yo instalo paneles en mi fábrica, en mi comercio, en mi unidad, en mi casa, van a generar energía. Y más energía van a generar en los mediodías soleados de verano, que es cuando más solicitada está la red eléctrica, porque todas las viviendas ponen los aires acondicionados y es cuando suele haber saturación y problemas de sobrecalentamiento de las subestaciones”, indica Mesch. 

“Al poner paneles solares en mi vivienda, en los momentos de mayor demanda, es cuando menos estoy demandando a la red porque los paneles están en plena generación y con eso, tengo un beneficio colectivo para todos mis vecinos de la cuadra, de la manzana, que comparten la subestación conmigo. Así, a través de la generación distribuida se está colaborando con los vecinos, haciendo que las redes de transmisión estén menos exigidas”, agrega.

El experto detalla que la distribuidora se ve beneficiada con la compra de energía, porque estos sistemas mejoran la calidad de tensión de la red eléctrica. “Además, es energía que se genera en los centros de consumo y que no tiene que viajar en los cables de transmisión desde las plantas generadoras hasta las ciudades. Se estima que hasta el 10% de la energía se pierde en la transmisión. Entonces, al comprar la distribuidora la energía directamente en los centros de distribución, se está ahorrando todas las pérdidas de transmisión de energía, por lo cual termina siendo energía mucho más rentable”, concluye.

Un crecimiento sostenido

El último informe de la Secretaría de Energía destaca la participación de 343 distribuidoras y cooperativas eléctricas en todo el país, un dato que refleja el creciente compromiso del sector con la generación distribuida. Las provincias cumplen un rol clave: muchas han impulsado programas locales de incentivo que complementan la política nacional y fomentan la adopción de sistemas solares.

Córdoba lidera ampliamente el desarrollo del modelo, con 32.699 kW instalados, lo que equivale al 33,5% del total nacional. Le siguen la Provincia de Buenos Aires, con 20.500 kW (21%), y San Juan, con 9.230 kW (9,4%). En cantidad de usuarios, Córdoba también encabeza la lista con 1.341 conexiones (40,5%), seguida por Buenos Aires (853, 25,5%) y Entre Ríos (253, 7,6%).

Este crecimiento responde a una combinación de factores: el descenso sostenido del costo de los sistemas fotovoltaicos, la suba de las tarifas eléctricas, el impulso de los programas provinciales y una mayor conciencia ambiental entre los consumidores. Cada vez más hogares y empresas reconocen que invertir en energía solar no solo reduce el impacto económico de sus facturas, sino que también contribuye a la mitigación del cambio climático.

En el ámbito industrial, compañías de sectores como el alimenticio, metalúrgico y agropecuario están incorporando sistemas solares de mayor escala para abastecer parte de su consumo y volcar los excedentes a la red. Estas inversiones permiten reducir costos operativos, mejorar la competitividad y reforzar el compromiso ambiental, una variable que gana peso frente a las exigencias internacionales de sostenibilidad.

Últimas noticias de energía solar

¿Querés que te ayudemos con tu proyecto de energía solar?

Siguiente
Anterior
Siguiente
Anterior
Siguiente
Anterior