Pero, sin dudas, desde entonces, se produjo un punto de quiebre y los proyectos empezaron a aparecer. Ahora la pregunta es: ¿dónde estamos y hacia dónde vamos? Primero, vale la pena repasar qué ocurre a nivel mundial con la Generación Distribuida.
Tendencias de la Generación Distribuida a nivel mundial
De acuerdo al último reporte de mercado de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la energía solar fotovoltaica lidera la expansión de la ampliación de la capacidad instalada a nivel mundial. En el año 2023, esta tecnología contribuyó con el 65% de la expansión. Los proyectos de Generación Distribuida fueron responsables de, aproximadamente, la mitad de la ampliación de la capacidad fotovoltaica mundial (IEA, 2023).
Ampliación de la capacidad instalada por tecnología a nivel mundial
La tendencia de crecimiento se espera que continúe para el próximo año. Se proyecta que la ampliación de la capacidad instalada de energías renovables alcance los 500 GW, siendo la tecnología solar fotovoltaica la más relevante, con más de 300 GW, con un aporte de la Generación Distribuida de casi la mitad de esa expansión.
En síntesis, los datos a nivel mundial muestran, al menos tres grandes tendencias: i) las energías renovables continúan en expansión; ii) la energía solar fotovoltaica es la que lidera el crecimiento entre las energías renovables; y iii) la Generación Distribuida tiene un rol significativo.
Inmediatamente, surge la siguiente pregunta: ¿cuáles son las causas de estas tendencias? No hay una sola causa, sino que es, claramente, un fenómeno multicausal. Sin embargo, hay algunas causas que no debemos pasar por alto: i) los países se encuentran implementando acciones para cumplir con sus compromisos medioambientales y diversificar sus matrices energéticas, lo que promueve la adopción de energías renovables; ii) la caída en los precios de los módulos solares y, con ello, del valor de inversión en los sistemas fotovoltaicos; y iii) la implementación de políticas para impulsar proyectos de Generación Distribuida.
Ahora vale la pena mirar qué ocurre más cerca de nuestro país: ¿qué pasa con la Generación Distribuida en América Latina?
Tendencias de la Generación Distribuida en la América Latina
En América Latina, la Generación Distribuida también se expande ininterrumpidamente. La tendencia de crecimiento se observa en todos los países de la región, si bien existen diferencias entre los países tanto en el ritmo de evolución como en el nivel absoluto de la capacidad instalada.
De acuerdo al trabajo de Generación Sole (UNEP, 2022), en el año 2021 la potencia total instalada en Generación Distribuida en la región representaba 11,9 GW y significaba más de un tercio de la potencia total instalada fotovoltaica.
Ranking de capacidad instalada (MW) de Generación Distribuida en América Latina. Año 2021.
Los datos disponibles al 2021 muestran que Brasil lideraba el ranking en la región en términos de potencia instalada en Generación Distribuida (en 2021, con 9 GW, hoy con 23 GW), seguido por México (con poco más de 2 GW). Argentina, por su parte, se encontraba al final del ranking en ese año. El informe concluye que pueden esgrimirse entre las explicaciones de estas diferencias de penetración de la Generación Distribuida, en primer lugar, la madurez del mercado; en segundo lugar, el tamaño del mercado; en tercero, el nivel tarifario; y, por último, los mecanismos de compensación, los incentivos otorgados para la promoción y la disponibilidad de financiamiento (UNEP, 2022).
Ahora sí: ¿dónde estamos en Argentina y hacia dónde vamos?
La Generación Distribuida en la Argentina
Argentina registra, actualmente, 1.454 instalaciones que suman casi 27 MW (Régimen Nacional de Generación Distribuida, datos acumulados a septiembre 2023).
En relación a otros países de la región luce poco (Chile tiene actualmente aproximadamente 130 MW, México, 2.000 MW y Brasil 23.000 MW), pero debe destacarse que la potencia instalada en Argentina casi se triplicó en los últimos tres años, registrando un crecimiento promedio anual de aproximadamente 70% (2021-2023).
Potencia instalada y cantidad de usuarios de Generación Distribuida en Argentina.
Si se analiza la relevancia de la Generación Distribuida en el total de la potencia instalada fotovoltaica a nivel país, se observa que se registran 1312 MW de energía solar fotovoltaica, de los cuales solo 27 MW son Generación Distribuida: el 2%. Este valor deja entrever el largo camino que todavía queda recorrer en la Argentina. A modo de ejemplo, se pueden mencionar los casos de otros países de la región, donde la participación de la Generación Distribuida sobre el total de capacidad instalada fotovoltaica es significativamente mayor, como en Costa Rica (81%), Brasil (66%), México (20%) y Uruguay (15%). En caso de avanzar en el Plan Nacional de Transición Energética al 2030 y de cumplirse la Meta Nacional de instalar 1000 MW de Generación Distribuida al 2030, la Generación Distribuida podría alcanzar al 20% de la potencia total instalada solar fotovoltaica.
Alcanzar los 1000 MW al 2030 no es una meta elevada si se la compara con la realidad de otros países. La Argentina podría, tranquilamente, tener una meta aún más ambiciosa. No obstante, pensando en la meta de los 1000 MW, la tasa de crecimiento promedio anual de la potencia instalada en Generación Distribuida deberá ser del 70%, que equivale a decir que se debe mantener el mismo ritmo de expansión que entre 2021 y 2023. No suena inalcanzable. Y está claro que la Generación Distribuida llegó para quedarse.
Así ocurre en la mayoría de los países del mundo, tanto en los países europeos o asiáticos como en muchos de los países latinoamericanos. Sin embargo, para que la Generación Distribuida continúe desarrollándose en la Argentina, es necesario que ocurran, en simultáneo, una serie de factores: i) estabilidad del contexto macroeconómico, propicio para el desarrollo de inversiones y que permita la disponibilidad de insumos para el sector; ii) disponibilidad de financiamiento, con condiciones favorables, para “repartir” el peso de la inversión en el tiempo; iii) certidumbre sobre las tarifas de energía eléctrica, que permita al sector privado calcular el repago de las inversiones; y iv) completitud del marco normativo (adhesión y reglamentación de las provincias que todavía no lo hicieron, creación del registro de instaladores calificados y actualización de los beneficios establecidos en la norma).
