Este fin de semana comenzó en Egipto la 27ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocida como COP27, donde los principales líderes del mundo buscarán resolver los problemas vinculados al medio ambiente.
Más de un centenar de jefes de Estado, ministros y negociadores, junto con activistas climáticos, alcaldes y representantes de la sociedad civil estarán reunidos hasta el 18 de noviembre en la ciudad de Sharm el-Sheikh, en Egipto, para llevar adelante las negociaciones que este año estarán teñidas por el problema de la guerra en Ucrania. Es que los líderes tendrán que enfrentarse al problema de la crisis energética provocada por la guerra de Ucrania y a los crecientes daños causados por los fenómenos meteorológicos extremos.
Además, el evento más importante del planeta sobre el calentamiento global y sus efectos, incluye en su agenda por primera vez las pérdidas y daños asociados al cambio climático.
A pesar del compromiso internacional abordado en 2015 en la Cumbre Mundial del Clima en París, conocida como Acuerdo de París para el cambio climático, para limitar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, varios de los líderes de las principales economías y países más contaminantes del mundo, como Rusia, la India o China no estarán presentes en la actual cumbre con representantes de alto rango.
A eso se le agregan cuestiones preocupantes, como los precios de la energía se están disparando y eso ha estimulado una nueva ronda de inversiones gubernamentales destinadas a reducir artificialmente el coste de los combustibles fósiles. Según una estimación, estas subvenciones casi se duplicaron en 2021 y se prevé que vuelvan a aumentar este año. Eso aumentaría la dependencia de las fuentes de energía más “sucias” del mundo.
Una de las novedades de esta edición de la COP incluye en su agenda por primera vez las pérdidas y daños asociados al cambio climático. Aunque a 24 horas del comienzo de las conversaciones en Egipto, varias ONG climáticas calificaron de «pobre» el inicio de la COP27, puesto que se ha obviado en la agenda oficial las compensaciones y la financiación para la adaptación al cambio climático de los países más vulnerables, especialmente en África, por parte de las naciones contaminantes.
La Red de Acción Climática, Greenpeace y Power Shift África denunciaron en una rueda de prensa que a pesar de que en la agenda de la COP27 fue incluido el tema de las pérdidas y daños relacionados con el calentamiento global, no se ha establecido un mecanismo para su financiación. «Desafortunadamente, la única forma con la que puedo resumir cómo va la COP27 es con dos palabras: inicio pobre», dijo el lunes el director de Power Shift Africa, Mohamed Adow. El keniano denunció que a pesar de que esta COP se celebra en África, cuyos países son de los que más sufren por el cambio climático, esta cumbre no ha dado la oportunidad para «movilizar la financiación que los países vulnerables necesitan para ser capaces de abordar los daños y pérdidas».
Pero no todo son malas noticias, también hay de las buenas. Un relevamiento mundial mostrado en la COP indica que las instalaciones de energías renovables siguen aumentando en todo el mundo: 26 países han asumido nuevos compromisos climáticos este año. Uno de ellos es Australia, que se comprometió a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta un 43% por debajo de los niveles de 2005 para 2030.
Un análisis de la Agencia Internacional de la Energía sugiere que las nuevas políticas anunciadas por Estados Unidos, Europa y otros países en respuesta a la crisis energética están preparadas para estimular las inversiones en energías limpias. Ese cambio podría generar potencialmente una meseta mundial en el nivel de emisiones para 2025.
La iniciativa de Estados Unidos, un país que ha sido reticente a cambiar sus políticas medioambientales en los últimos años, ha cambiado. Y una prueba real de que esto sucede hoy es el compromiso que ha adoptado su presidente Joe Biden con los aspectos ambientales. Incluso, el mandatario confirmó que también acudirá a la cumbre en Egipto. Eso sí, no estará presente durante la reunión de jefes de Estado, entre el 7 y el 8 de noviembre, al celebrarse elecciones legislativas en su país. Pero aterrizará en el Cairo el día 11 de noviembre.
Otra de las sorpresas es la asistencia del presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que derrotó en las elecciones al controvertido Jair Bolsonaro en una victoria muy celebrada por la izquierda ambientalista. Durante su campaña, el brasileño puso el foco en la protección de la Amazonía y abogó por volver a poner en marcha políticas para luchar contra el cambio climático.
Incluso, la primera COP en África desde 2016 contará con la asistencia de las ricas monarquías en hidrocarburos del golfo Pérsico. Emiratos Árabes Unidos, representado por el presidente Mohamed bin Zayed al Nahyan, y Arabia Saudí, con la asistencia del controvertido príncipe heredero y nuevo primer ministro Mohamed bin Salmán, serán uno de los principales focos del evento al liderar la transición energética en la región.
Un mundo que no puede esperar
Los impactos que genera el cambio climático van en aumento. En septiembre, los científicos anunciaron que el calentamiento global contribuyó a alimentar las lluvias monzónicas inusualmente intensas que causaron inundaciones extremas en Pakistán este año. Ese desastre produjo la muerte de más de 1700 personas y causó decenas de miles de millones de dólares en daños a hogares e infraestructuras.
Es por eso que en esta reunión en Egipto se debatirá cómo pagar por esa devastación y si los países ricos están haciendo lo suficiente para ayudar a los países más pobres a adaptarse al calentamiento global. Conscientes de que los países industrializados tienen una gran responsabilidad en el calentamiento que ya provoca sequías, inundaciones e incendios en todo el mundo, las naciones de bajos ingresos llevan más de una década presionando para que se les compense por los daños.
En concreto, quieren un mecanismo de pérdidas y daños por el que los países ricos ayuden a los más pobres a pagar los impactos del calentamiento global, que ya son inevitables. Los Estados Unidos y otros países de ingresos altos se han opuesto firmemente a extender lo que temen que sea un cheque en blanco para cubrir todo tipo de daños climáticos futuros. Pero es posible que en la cumbre se cree un nuevo mecanismo para proporcionar ayuda financiera cuando se produzcan catástrofes específicas relacionadas con el clima, según declaró Danielle Falzon, socióloga de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) dio a conocer ayer el informe “Crónica del caos climático”, un fenómeno que “se está produciendo a una velocidad catastrófica, arrasando vidas en todos los continentes”, en palabras del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en un mensaje de video difundido en la COP27 de Sharm el-Sheij.
“Al inicio de la COP27, nuestro planeta nos está mandando una señal de alarma. Para contrarrestar esa alarmante situación se necesitarán acciones ambiciosas y creíbles durante la conferencia en Egipto, que arrancó este domingo”, advirtió Guterres. La temperatura media del planeta, en comparación con la era preindustrial, ya subió 1,15°C. Oficialmente, la comunidad internacional se comprometió a luchar para que ese aumento se mantenga en 1,5ºC, un objetivo que podría ser superado esta misma década.
El año 2022 será “solamente” el quinto o sexto más caliente que se conoce, a partir de los registros oficiales, y eso “gracias” a la influencia inhabitual, por tercer año consecutivo, del fenómeno oceánico La Niña, que provoca un descenso de las temperaturas en algunas regiones del planeta. La Niña “no está invirtiendo la tendencia a largo plazo; es solamente una cuestión de tiempo antes de que llegue un nuevo año más cálido”, insistió la OMM, agencia especializada de la ONU.
La evaluación definitiva llegará en 2023, pero la OMM ya advierte que “los ocho años de 2015 a 2022 serán probablemente los más cálidos registrados” hasta la fecha.