La energía solar distribuida crece en los Estados Unidos

Cinco estados norteamericanos aumentaron su capacidad instalada en más de 30% durante 2024, según un informe del Institute for Local Self-Reliance (ILSR); uno de los motores del crecimiento es la energía solar comunitaria.
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La energía solar distribuida en los Estados Unidos cerró 2024 con una marca destacada: 5,4 gigavatios (GW) de nueva capacidad instalada, un crecimiento que refleja el avance sostenido de una tecnología que pone la generación eléctrica en manos de hogares, empresas y comunidades.

El dato forma parte del informe anual The State(s) of Distributed Solar – 2024, elaborado por el Institute for Local Self-Reliance (ILSR), que traza un mapa del despliegue solar estado por estado y revela tendencias clave en el desarrollo energético descentralizado.

Aunque la energía solar distribuida representó una porción relativamente pequeña del total solar instalado en el año (32 GW), el análisis del ILSR destaca su expansión en múltiples frentes. Cinco estados incrementaron su capacidad solar distribuida en más de un 30%, y uno incluso duplicó su infraestructura en apenas doce meses.

El informe identifica además avances en energía solar comunitaria, un modelo que democratiza el acceso para quienes no pueden instalar paneles en sus viviendas. Pero más allá de las cifras, el estudio subraya una transformación cultural y política en curso: el fortalecimiento de la generación energética desde lo local, con beneficios económicos y ambientales directos para las comunidades.

Como señalaron desde ILSR, “la transición a la energía limpia requiere generación tanto a escala de servicios públicos como distribuida”, y lograrlo implica “maximizar la energía solar local para maximizar los beneficios locales”.

¿Qué es la energía solar distribuida?

A diferencia de los grandes parques solares operados por compañías eléctricas, la energía solar distribuida se genera en el punto de consumo o cerca de él. Abarca sistemas residenciales, comerciales, industriales y comunitarios. Es decir, techos solares en viviendas, paneles en pymes o proyectos compartidos entre vecinos que no pueden instalar por sí mismos.

Este modelo tiene múltiples ventajas: reduce pérdidas por transporte, alivia la demanda sobre las redes eléctricas, promueve la autonomía energética y dinamiza economías locales. En 2024, estos sistemas sumaron 5,4 GW nuevos en los Estados Unidos, representando una parte sustancial del crecimiento solar nacional.

California, tradicional líder en renovables, encabezó nuevamente el ranking con 1,5 GW de nueva capacidad solar distribuida en 2024. Nueva York le siguió con 940 megavatios (MW). Pero el dato más llamativo del informe no está en los volúmenes absolutos, sino en el ritmo de crecimiento.

Cinco estados aumentaron su capacidad solar distribuida en más de un 30% respecto de 2023: Maine (44%), Arkansas (37%), Oregón (35%), Montana (35%) y Dakota del Sur (32%). En Arkansas y New Hampshire, todo el crecimiento solar registrado en el año fue distribuido. Y en Massachusetts y Montana, más del 90 % de la nueva capacidad también lo fue.

Esta expansión se produce pese a un retroceso general en el mercado solar residencial. Según datos de Ohm Analytics citados por ILSR, las instalaciones solares en viviendas cayeron entre 25% y 31% en 2024. Sin embargo, el informe revela que 23 estados más el Distrito de Columbia ya tienen aproximadamente uno de cada 25 hogares con paneles solares en sus techos, dos más que en 2023.

Uno de los motores del crecimiento es la energía solar comunitaria, una solución pensada para quienes no tienen un tejado adecuado o no pueden afrontar la inversión inicial de un sistema individual. En este esquema, los participantes compran o alquilan una porción de un proyecto solar colectivo y reciben créditos en sus facturas de electricidad.

En la actualidad, 19 estados han adoptado políticas de apoyo a la energía solar comunitaria. Para ILSR, una política ejemplar debe reunir varias características: “No tener límite, contar con una tasa de compensación justa, simplificar el proceso de facturación para los abonados, tener en cuenta de forma significativa el reto de llegar a los abonados con ingresos bajos y moderados (LMI) y recompensar otras prácticas beneficiosas para el desarrollo o para los pequeños abonados”.

Utilizando su herramienta Community Solar Tracker, el ILSR identificó nueve estados con una elevada “saturación solar comunitaria”, un índice que relaciona la capacidad instalada con la población del estado. Son Colorado, Hawái, Illinois, Maryland, Massachusetts, Minnesota, Nueva Jersey, Nueva York y Oregón.

Entre ellos se destaca Minnesota, donde más de tres de cada 50 hogares tienen energía solar en su tejado y el 47% de la capacidad solar instalada es comunitaria. Nueva York (39%) y Massachusetts (20%) también alcanzan cifras importantes. Además, Oregón duplicó su capacidad solar comunitaria en 2024, mientras que Illinois la incrementó en más de 50%.

El mapa solar

El informe también ofrece una visión general del estado solar estadounidense. En capacidad total instalada, los cinco líderes son California (39,4 GW), Texas (25,4 GW), Florida (13,8 GW), Carolina del Norte (7,3 GW) y Arizona (1,8 GW).

Sin embargo, al medir la “saturación solar distribuida” –la capacidad distribuida por habitante–, el podio cambia. Lideran Hawái, Maine, Massachusetts, California y Arizona. Algunos estados, como Massachusetts, California, Arizona, Nevada y Nueva York, figuran en el Top Ten tanto en capacidad total como en capacidad distribuida per cápita.

ILSR combinó datos propios con los de la Administración de Información Energética (EIA) para calcular estos indicadores. En conjunto, ofrecen una radiografía precisa de cómo y dónde avanza la generación solar descentralizada en los Estados Unidos.

Más allá del crecimiento, el avance de la energía solar distribuida enfrenta resistencias, especialmente por parte de empresas de servicios públicos. “A pesar de las muchas ventajas de la propiedad local, las empresas de servicios públicos se oponen a ella y prefieren construir su propia infraestructura de generación y distribución porque tienen garantizado el rendimiento de sus inversiones”, señalaron John Farrell, director de la Iniciativa para la Democracia Energética de ILSR, y Timothy Denherder-Thomas, gerente de Cooperative Energy Futures.

En el marco de la Just Solar Coalition, ambos subrayaron que esta disputa no es menor: está en juego el modelo energético del futuro. Mientras las compañías eléctricas buscan mantener el control centralizado, las comunidades abogan por un sistema más distribuido, resiliente y participativo.

Lo que deja en claro el informe 2024 del ILSR es que la energía solar distribuida dejó de ser una novedad para convertirse en una estrategia consolidada de transición energética. Su crecimiento se da en múltiples estados, más allá de los tradicionales líderes, y en un contexto de políticas activas que facilitan el acceso y promueven el empoderamiento ciudadano.

Aunque aún queda mucho camino por recorrer para que la generación distribuida alcance su pleno potencial, los datos del último año permiten vislumbrar un escenario donde cada vez más personas puedan generar su propia energía, reducir costos, fortalecer redes locales y contribuir a la descarbonización del sistema eléctrico.

Según ILSR, “una política solar local fuerte no solo impulsa la adopción de energías limpias, también crea riqueza comunitaria, fortalece la resiliencia y construye poder desde abajo hacia arriba”. El mensaje es claro: cuanto más distribuido sea el Sol, más repartidos estarán sus beneficios.

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