Catamarca impulsa el riego solar, una solución sustentable para el agro

Un proyecto del INTA permite extraer hasta 70 mil litros de agua por hora mediante energía solar en la región de Santa María, mejorando la eficiencia hídrica y reduciendo costos en una de las zonas más áridas del país.
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En el corazón seco del departamento de Santa María, al noroeste de Catamarca, la agricultura enfrenta un viejo desafío: cómo producir más con menos agua. La respuesta empieza a llegar desde el cielo, o mejor dicho, desde el sol. Un equipo de técnicos del INTA trabaja con productores locales en la instalación de sistemas de riego presurizado alimentados por energía solar, una tecnología que ya muestra resultados concretos en eficiencia y sustentabilidad.

El recurso hídrico escasea en esta región del Valle Calchaquí, donde las lluvias son irregulares y las fuentes de agua superficial no siempre garantizan el abastecimiento necesario. Frente a este escenario, la extracción subterránea resulta esencial, aunque costosa y limitada por la disponibilidad eléctrica.

Para resolver el cuello de botella, el INTA implementó un sistema fotovoltaico que alimenta bombas de agua, permitiendo un bombeo continuo durante seis horas diarias y alcanzando una extracción de hasta 70 metros cúbicos por hora. La energía proviene de paneles solares especialmente instalados para ese fin.

El sistema ya riega unas 8,4 hectáreas, cubriendo cultivos de papa, tomate y maíz para choclo. Además, permite regar pasturas como alfalfa, utilizadas para alimentar ganado, ampliando así la diversidad productiva de la zona. La intervención también redujo el uso de métodos tradicionales de riego, como el riego por surcos, menos eficientes y con mayores pérdidas de agua.

Flavio Sosa, técnico de la Agencia de Extensión Rural del INTA Santa María, explicó que se diseñaron sistemas de riego a medida según las características de cada cultivo. “Para la papa se recomendó aspersión, mientras que para el tomate se eligió goteo. Son estrategias más eficientes y adaptadas a las necesidades hídricas específicas”, detalló. Con estos cambios, los productores no solo lograron aumentar el área cultivada, sino que también mejoraron el rendimiento por hectárea.

Además de asesorar técnicamente, los equipos del INTA colaboraron en la instalación de componentes clave del sistema, como filtros, válvulas y cintas de riego. El uso de energía solar elimina la necesidad de conexión a la red eléctrica o del uso de combustibles fósiles, reduciendo así los costos operativos y la dependencia de insumos externos.

Cómo funciona el bombeo solar

El principio es simple y efectivo: los paneles solares captan la radiación solar y la convierten en electricidad. Esa energía alimenta la bomba, que comienza a funcionar en cuanto recibe suficiente radiación. Al mediodía, cuando el sol está en su punto más alto, el sistema alcanza su rendimiento máximo. Por la noche, se detiene, lo que resulta ideal para sistemas que no necesitan operar las 24 horas.

Una de las ventajas de este sistema es que no requiere baterías, uno de los componentes más costosos de las instalaciones fotovoltaicas. De esta forma, se reduce la inversión inicial y se simplifica el mantenimiento. Los soportes de los paneles están orientados e inclinados estratégicamente para garantizar la captación óptima de energía durante todo el día.

Dependiendo de la profundidad del pozo y el caudal requerido, se instalan bombas sumergibles o de superficie. Ambas opciones funcionan con la electricidad generada directamente por los paneles solares. Para bombas tradicionales, se incorpora un variador que ajusta la energía al requerimiento de la máquina.

Autonomía y resiliencia

La aplicación de energías renovables en el agro cobra especial relevancia en un contexto de crisis climática, aumento del costo de la energía convencional y presión sobre los recursos naturales. Este tipo de soluciones tecnológicas no solo permite mejorar la productividad, sino que también refuerza la resiliencia de las comunidades rurales.

Catamarca presenta condiciones ideales para este tipo de proyectos. La alta radiación solar durante buena parte del año convierte a la energía fotovoltaica en una aliada estratégica para el desarrollo de sistemas de riego sustentables. En paralelo, la inestabilidad del suministro eléctrico en zonas rurales refuerza la necesidad de alternativas autónomas y confiables.

El impacto de este tipo de intervenciones trasciende lo técnico. Al reducir la incertidumbre hídrica, los productores se animan a diversificar sus cultivos y a planificar a mediano plazo. Aumentan los rendimientos, mejora la rentabilidad y se fortalece el arraigo rural. Lo que comienza como una innovación tecnológica termina siendo una mejora estructural en la vida del productor.

La experiencia de Santa María se suma a una tendencia creciente en distintas regiones del país, donde el uso de energía solar en sistemas de riego presurizado empieza a ganar terreno. En Mendoza, San Juan, La Rioja y el norte de Córdoba, varios proyectos similares muestran que el modelo es replicable y adaptable.

El desafío ahora pasa por ampliar el acceso a financiamiento, facilitar la capacitación técnica y acompañar a los productores en la transición. El rol de organismos como el INTA resulta clave para articular esfuerzos, compartir conocimientos y garantizar que la tecnología llegue a quienes más la necesitan.

La energía solar dejó de ser una promesa de futuro para convertirse en una herramienta concreta al servicio del desarrollo rural. En regiones donde cada gota cuenta, transformar la luz del sol en agua para los cultivos marca una diferencia decisiva. No solo permite producir más y mejor, sino también sembrar sustentabilidad en cada hectárea del campo argentino.

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