El auge del transporte público eléctrico y ecológico está marcando una tendencia global impulsada por la urgencia de combatir los efectos del cambio climático y mejorar la calidad de vida en las ciudades. Las políticas públicas y las inversiones en movilidad sostenible han convertido a los autobuses o colectivos y trenes eléctricos y subterráneos en protagonistas del cambio hacia una movilidad más limpia y eficiente.
El impacto de la electrificación en el transporte público es evidente, con ejemplos destacados en Asia, Europa y Estados Unidos, que lideran la carrera hacia la sostenibilidad. Por ejemplo, en 2023, la proporción de autobuses urbanos eléctricos nuevos en Europa superó el 42 %, un avance notable si se compara con el 15 % registrado en 2020. Esta tendencia se refleja a nivel mundial, con un crecimiento de más del 100 % en el número de autobuses eléctricos en todo el mundo entre 2020 y 2023.
Dicho salto demuestra un claro compromiso con la descarbonización, lo que a su vez mejora la calidad del aire y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. Es más, el impacto de esta transición es sustancial ya que los últimos estudios muestran que los autobuses y trenes pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en dos tercios por pasajero y kilómetro en comparación con los vehículos particulares.
En este contexto, los Países Bajos han emergido como líderes, con un 27 % de su flota de autobuses ya electrificada y la proyección de tener más vehículos eléctricos que de combustión diésel en las próximas décadas. La infraestructura de recarga pública en este país es una de las mejores del continente, sentando las bases para la eliminación de los combustibles fósiles de la red de transporte para 2030. La tendencia se expande a otros países como Luxemburgo, Suecia y Alemania, alentados por el Pacto Verde Europeo, que impulsa la reducción de emisiones netas de gases de efecto invernadero en un 55 % para 2030.
El éxito de la electrificación del transporte público no es casual. Ha sido posible gracias a políticas de apoyo y subvenciones públicas que incentivaron la adopción de vehículos de cero emisiones. La Comisión Europea jugó un papel crucial, promoviendo iniciativas como la inversión en infraestructuras de recarga y el comercio de derechos de emisión, que se aplicará a partir de 2026 para poner un precio al carbono de los vehículos de combustibles fósiles. Esta medida busca impulsar a más personas a optar por vehículos eléctricos y a las ciudades a transformar sus sistemas de transporte.
Las Naciones Unidas han declarado que el uso del transporte público es esencial para frenar el cambio climático, subrayando que la electrificación de los autobuses y trenes puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en dos tercios por pasajero y kilómetro en comparación con los vehículos privados. Este impacto es un recordatorio de que el cambio hacia un transporte público más limpio no solo beneficia al medio ambiente, sino también a la economía y la salud de las ciudades.
Y si de transporte público se trata, la tecnología de vehículos eléctricos está en auge a nivel mundial con cada vez más circulación de coches y colectivos en el parque automotor de las principales ciudades y países del mundo.
Según datos suministrados por la Agencia Internacional de Energía y el Observatorio Europeo de Combustibles Alternativos, se publicaron los 10 países con más autos eléctricos circulando en las calles en 2024, aumentando la conciencia ambiental y nuevos modelos de negocio que han impulsado el incremento de estas innovaciones.
China es el gran país de la movilidad eléctrica, ya que lidera esta clasificación con más de 7 millones de vehículos (autos y colectivos) en circulación y un incremento de más de 3 millones en el último año.
Más lejos se ubica en segundo lugar los Estados Unidos con poco más de 2 millones de coches electrificados, pero con un crecimiento más bajo de apenas 286.000 nuevas unidades.
Alemania ocupa el tercer lugar y se ubica como el primer país europeo con unos 1,3 millones de vehículos eléctricos. Le sigue el Reino Unido con un incremento de 312.000 unidades para llegar a 745.000, y la quinta casilla es para Francia con un total de 724.000.
Los cinco puestos finales son ocupados por Noruega (636.000) , Países Bajos (385.000), Suecia (300.000), Canadá (298.000) e Italia (235.000). Los italianos han tenido un aumento notable de 99.000 unidades que se suman a las más de 235.000 en todo el territorio.
Respecto solamente a los autobuses, China encabeza la lista de países con más unidades, según datos de las consultoras Bloomberg y Mordor Intelligence, ya que el país oriental es un actor clave en el mercado mundial y alberga el 80% de los autobuses eléctricos del mundo con 485.000 autobuses eléctricos que contabilizaba en 2023. Y se cree que la cifra se duplicará para 2025. El crecimiento del mercado y el apoyo gubernamental también deberían permitir un gran aumento en el número de flotas de autobuses eléctricos el año próximo.
En segundo lugar aparece Estados Unidos, cuyo número de autobuses eléctricos ascendía a fines del año pasado a 5.480, lo que representa un aumento del 66% frente a los 3.297 de 2021. Se trata de un crecimiento impresionante del que California representa la mayor parte.
Alemania se ubica en tercer lugar con 1.884 unidades circulando. El mercado europeo de autobuses eléctricos registró un crecimiento del 53 % en las matriculaciones en 2023. El año pasado se produjeron 3.282 autobuses eléctricos, lo que eleva a más de 8.500 los vehículos matriculados en el continente desde 2012. Cabe destacar que, en 2021, por primera vez, hasta tres países europeos matricularon más de 500 autobuses eléctricos , con Alemania a la cabeza (555 unidades), seguida de Reino Unido (540) y Francia (512).
Según el informe 2024 Electric Vehicle Outlook, “los autobuses municipales siguen electrificándose a un ritmo rápido y superarán el 60% de las ventas ya en 2030, alcanzando el 83% en 2040”. Y según Bloomberg, se espera que los autobuses eléctricos representen el 86% de la flota mundial a partir de 2050.
En Latinoamérica, Santiago de Chile lidera el ránking regional en cantidad de colectivos eléctricos circulando por sus calles. En el país trasandino hay 2.045 vehículos eléctricos destinados al transporte público de pasajeros, casi la mitad del total de la región. En segundo lugar, se ubica Colombia con 1.589 unidades en total. México completa el podio con 623 vehículos en total.
En cuarto lugar, aparece Brasil con 444 en total y completa el Top 5 Ecuador, con un total de 106 vehículos eléctricos destinados al transporte de pasajeros.
Retos y oportunidades en la adopción de tecnologías limpias
A pesar de los avances, la transición al transporte público eléctrico enfrenta retos significativos. Uno de los principales desafíos es la infraestructura de recarga necesaria para sostener un crecimiento masivo en la flota de vehículos eléctricos. La inversión en estaciones de carga y la capacidad de la red eléctrica deben ampliarse para soportar la creciente demanda.
Otro reto es la inversión inicial requerida para adquirir autobuses y trenes eléctricos. Aunque los costos operativos a largo plazo suelen ser más bajos debido a la menor dependencia de combustibles fósiles y al menor mantenimiento, el precio inicial sigue siendo un obstáculo. Sin embargo, los beneficios a largo plazo, como la reducción de las emisiones y la mejora de la calidad del aire, justifican estas inversiones.
Además, algunos países han enfrentado dificultades relacionadas con la cadena de suministro de baterías y componentes eléctricos, así como la disponibilidad de materias primas como el litio. La solución a estos problemas puede residir en la innovación y en la creación de alianzas estratégicas entre países e industrias para asegurar un suministro sostenible de materiales esenciales.
Mientras Europa lidera el camino, otras regiones del mundo también están haciendo progresos en la electrificación del transporte público. China, por ejemplo, ha sido pionera en la adopción masiva de autobuses eléctricos, con ciudades como Shenzhen, donde casi la totalidad de la flota de transporte público es eléctrica. Este enfoque ha servido como modelo para otras ciudades y países que buscan seguir su ejemplo.
En Estados Unidos, algunas ciudades y estados han comenzado a adoptar medidas similares. Los incentivos económicos y los proyectos de infraestructura han impulsado la adquisición de autobuses eléctricos, aunque el ritmo de implementación varía de un estado a otro. California, por ejemplo, ha liderado con políticas progresivas y ha establecido metas ambiciosas para electrificar su flota de transporte público en los próximos años.
El cambio hacia el transporte eléctrico no solo reduce las emisiones de carbono, sino que también transforma las ciudades en lugares más saludables y habitables. Las flotas de autobuses eléctricos generan menos ruido y contribuyen a la reducción de la contaminación acústica, lo que mejora la calidad de vida de los residentes urbanos. Asimismo, al depender de fuentes de energía renovable para la recarga, los autobuses eléctricos pueden reducir la dependencia de combustibles fósiles y fomentar un uso más eficiente de la energía.
Los estudios también han señalado que el uso de transporte público eléctrico puede fomentar un cambio en el comportamiento de las personas hacia opciones de movilidad más sostenibles. A medida que las ciudades modernizan sus flotas y sistemas de transporte, los ciudadanos perciben el cambio como una mejora de los servicios públicos, lo que puede aumentar la confianza en el transporte colectivo y reducir la dependencia de los vehículos privados.
Aunque se han logrado importantes avances, el camino hacia una movilidad completamente limpia y sostenible es largo. Las políticas deben seguir evolucionando y adaptándose a las nuevas realidades tecnológicas y sociales. La inversión en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, como baterías de mayor duración y sistemas de carga más rápidos, será crucial para garantizar que la transición sea eficiente y efectiva.
La colaboración internacional también jugará un papel vital. Los desafíos globales, como el cambio climático, requieren soluciones coordinadas que trasciendan fronteras. Las alianzas entre gobiernos, empresas y organizaciones internacionales pueden acelerar el desarrollo y la implementación de tecnologías de transporte limpio en todo el mundo.
La electrificación del transporte público es un paso esencial hacia un futuro más sostenible y limpio. Si bien los retos son significativos, las oportunidades para transformar las ciudades y combatir los efectos del cambio climático son aún mayores. Los ejemplos de Europa, China y otras regiones demuestran que, con la combinación adecuada de políticas públicas, inversiones y compromiso social, es posible avanzar hacia un transporte más verde que beneficie a todos.
El cambio ya está en marcha y las expectativas para los próximos años apuntan a un crecimiento continuo en la adopción de vehículos eléctricos. La pregunta ya no es si es posible alcanzar un transporte público de cero emisiones, sino cuán rápido y con qué impacto se logrará.